Iba a enumerar mis propósitos de año nuevo, pero la lista es larga, aburrida y poco original. Sin embargo, el duendecillo del espíritu navideño se me ha colado entre los dedos mientras le doy a las teclas y me azuza a escribir algo positivo y esperanzador, por aquello de empezar con buen pie esta nueva etapa.
Son numerosas las cuestiones que han teñido de gris oscuro las noticias en los últimos doce meses. No obstante, al margen de virus, volcanes y desastres medioambientales, hoy voy a hacerle caso a John Lennon y a imaginar un mundo mejor. Un mundo en el que las mujeres puedan vivir tranquilas sin que su integridad física o salud mental dependan del individuo que duerme a su lado; un mundo en el que las chicas puedan salir solas de noche sin temor a ser violadas; un mundo en el que la comunidad LGBTI goce de los mismos derechos que el resto de ciudadanos y pueda circular libremente por las calles sin miedo a sufrir una agresión; un mundo en el que los políticos que fomentan los delitos de odio y dan legitimidad a creencias obsoletas no tengan ni VOZ ni VOTO ni CABIDA en la sociedad actual. Los tiempos cambian. Miremos al futuro, no al pasado.
Se me viene a la cabeza la preciosa melodía de Imagine —cuya letra refleja los ideales que yo misma tenía cuando me creía una hippy de los 90— y me apropio, con el permiso de su autor, de una sola frase que sintetiza mis más ambiciosos deseos: «Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz». ¿Idílico? Sí. ¿Ingenuo? Bastante. ¿Utópico? Demasiado.
Aunque si no podemos soñar ni en Navidad, ¿entonces cuándo? Feliz 2022.
MAR MONTILLA
