El origen de Papá Noel o Santa Claus se remonta a épocas primitivas, cuando los nórdicos celebraban fiestas en el solsticio de invierno: final de la oscuridad y llegada de la luz, le llamaban Joulupukki (cabra de Yule). En el país vasco su equivalente es el Olentzero, los antiguos celtas le llamaban kolly King. Con el cristianismo se santificó la figura del Obispo San Nicolás de Bari (siglo II y II D.C.), que la iglesia celebra el 6 de diciembre.
Después de muchos siglos diversas culturas se han entremezclado, la navidad con las fiestas paganas, por ejemplo. Y así se llegó al 1.822 en el que se consolidó Santa Claus o papa Noel tal como lo conocemos hoy. Todos ellos tenían un don, o un poder, el de regalar el bien a los demás, el resto ya lo conocéis. Hasta aquí el cuento de la tradición, a partir de ahora comienza el cuento que no es cuento porque es muy real, aquí en el barrio.
Érase una vez la Marina… Vivían un chico y una chica que se llamaban Rafa y Meli. Estaban muy tristes en las Navidades del 2020, porque no sabían si Papa Noel podría salir a repartir regalos a los niños, ya que un bicho muy malo volaba por el aire y mataba a las personas.
Después de muchas preocupaciones y noches sin dormir les llegó una gran noticia, Papa Noel les había enviado un mensaje. Vendría pase que lo pase pues su tristeza había sido captada y localizada por sus elfos desde el Polo Norte. Eran unas emociones que dieron la vuelta al mundo, viajaron por el aire igual que el bicho malo. Les dijo que iría a donde vivían y regalaría juguetes a todos los niños y niñas.
Cuando Rafa y Meli recibieron la noticia se emocionaron hasta las lágrimas de la alegría y esperaban ansiosos ese día. Papa Noel no faltó a la cita y regaló juguetes y chocolatinas a todos los niños donde los jóvenes vivían… y colorín colorado este pequeño cuento se ha acabado.
Escuché esta historia por aquellas fechas tan fatídicas en que la pandemia hacía estragos, indagué si era verdad. Pregunté por Rafa y Meli, los localicé y pude conversar con ellos.
Rafael García y Meli Sabido son un matrimonio encantador con su preciosa hija Noelia, vecinos del barrio de toda la vida. Tienen ese don que les empuja a hacer el bien a los demás.
¿Desde cuándo tenéis ese don de hacer feliz a los demás, Rafa y Meli?
Hace unos 13 años que los vecinos de nuestra escalera celebramos navidad un día antes, una costumbre que iniciamos nosotros junto con Maripaz, vecina que ya falleció. En la entrada, compartíamos dulces, bebidas, etc también llamamos al colectivo Asproseat, que se suma a la reunión. Por otro lado, Meli y yo comprábamos una cesta navideña y se la dábamos a la persona más necesitada para aliviarle las navidades. Nos preocupaban los niños, pues entonces no había ni cabalgata de Reyes y tampoco la cabalgata de Papa Noel de Sants.
¿Visteis llegar a Papa Noel y repartir regalos?
¡Y tanto! Además, le acompañamos, no se lo esperaba ningún vecino, era sorprendente ver los ojos de asombro y de alegría que mostraban los rostros de los niños, y lo más asombroso era la cara de los padres que iluminaba el niño interior que todos los adultos tenemos dentro.
Admiro y respeto mucho vuestro altruismo y sentimiento ¿Qué le desearíais a los vecinos del barrio como regalo de Papá Noel?
Que no haya tanto rencor entre la gente, que disfruten los buenos momentos, que se lleven bien y ayuden entre vecinos, que hagan las cosas sin esperar nada a cambio, más empatía con el otro, las comunidades de vecinos hoy día son frías, nosotros hacemos lo posible para que la nuestra sea amigable y cálida, porque en el fondo somos toda una familia.
Rafael Ochoa