El Belén, una gran tradición para grandes y pequeños

Rafael Ochoa

Historia e inicio de la representación

El origen de la representación de la Natividad aparece en dibujos en los primeros siglos del cristianismo. Como en los sarcófagos de las Catacumbas Romanas de Priscila, a principios del siglo II, representan la figura de la Virgen con el niño en su brazo izquierdo y los tres Reyes Magos.

El primer belén

El primer belén se atribuye a San Francisco de Asís, que en 1223 celebró la misa de Navidad dentro de una cueva en Italia, donde puso una imagen en piedra del niño Jesús y a ambos lados un buey y un asno vivos. Cuenta la leyenda que San Francisco tomó la imagen del niño en sus brazos y cobró vida. Este milagro corrió de boca en boca por toda Italia y así comenzaron a ponerse belenes en las iglesias. Carlos III fue quien trajo esta tradición desde Italia a España, luego la adoptaron los nobles y se arraigó en el pueblo español.

Origen de los belenes vivientes

El origen de los belenes vivientes se atribuye a Santa Clara, que en el siglo XIII puso personas de carne y hueso junto a las figuras del Belén para darle realismo.

La estrella de belén

El origen de la estrella de belén está en la Biblia, donde se cuenta que una estrella guió a los magos de Oriente hasta la ciudad de Belén. Los magos, sabios que adivinaban el futuro en aquella época, creían que esa estrella anunciaba el nacimiento del rey de los judíos.

Desde el siglo VIII, se generalizaron las representaciones del nacimiento de Jesús. Entre los siglos XIII y XVII, las representaciones se limitaban a los conventos e iglesias. A partir del siglo XVIII, los belenes de las iglesias son imitados por los habitantes en sus casas. Las figuras eran de barro y coloreadas, lo que dio lugar a la creación de mercadillos en el siglo XIX, como el de “Fira de Santa Llúcia”, que todavía se celebra.

Mi camino haciendo belenes

Mis primeros recuerdos del belén fueron en casa de mis tíos, donde representaban el pequeño nacimiento con figuritas de cartón o papel. Después de unos años y una vez con hijos, empezamos a recrear el nacimiento con pequeñas figuras. Con los años, mi esposa y yo fuimos añadiendo más figuras y decoraciones como musgo, luces y agua. Llegamos a hacer un belén de casi 5 metros de largo, aunque ahora mide unos 3 metros y medio. Lo construimos con una base de papel de plata para no dañar los muebles, encima una base de arena y otra de musgo, las casitas, pozos, ríos y figuras proporcionales más o menos a su tamaño y distancia en el belén, y un fondo de papel en la pared. Las luces las situamos estratégicamente para que den una buena iluminación. El niño Jesús se guarda para el día 24 y los camellos con los Reyes Magos bien lejos, que día a día se irán acercando al nacimiento. Hay muchas maneras, formas y piezas para hacer el belén, tantas como personas que lo hagan.

Hacer el belén es laborioso, pero una vez acabado vale la pena el esfuerzo, sobre todo cuando han colaborado nuestros hijos durante años con mucha ilusión y ahora colaboran las nietas, es una manera de practicar y jugar con la ilusión. Soy un servidor educado en la fe católica y actualmente un agnóstico convencido que aprecia mucho los sentimientos y pasión que se pone cuando se hacen eventos familiares y sociales tradicionales de estas características (nada que ver con lo de la Plaça de Sant Jaume, a ver con qué nos sorprenden este año). En nuestro barrio son numerosas las personas que hacen belenes muy originales. Lamentablemente, en los colegios e institutos laicos se ha dejado de hacer. Solo hay un instituto en el que la profesora de religión lo mantiene a pesar de no recibir medios, dos asociaciones de vecinos y tres iglesias que lo siguen haciendo. Pienso que es una lástima porque, en cambio, estos colegios se adaptan al Halloween y demás mandanga, relegando poco a poco nuestra cultura de los belenes, la Castañada y el Caga Tió.

No voy a decirles a ustedes “¡ponga un belén en su vida!”, pero sí a animaros a ver el belén viviente que pondrán en el Parc dels Drets Humans el 17 de diciembre, y que cada año nos obsequia el Centre Cultural Estrelles Altes y voluntarios desinteresados del barrio. ¡Os deseo unas felices fiestas Navideñas y hasta el año que viene!

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