Derribando armarios I Reflexiones viajeras

Chris El-Bahr

Escribo esto desde el Lago Atitlán, en Guatemala. Profunda y hermosa laguna rodeada de volcanes donde yacen en su fondo los restos de Samabaj, antigua ciudad maya; donde según la mitología de su gente, habita el Quetzalcoatl, la serpiente emplumada; la misma población en la que pervive su cultura ancestral y sus lenguas indígenas.

En este viaje de tres semanas por Guatemala y México, país que me enamoró cuando residí en él por algunos meses en 2021, he podido reflexionar sobre la realidad a la que se enfrenta el colectivo LGTBIQA+, sus diferencias con cómo se vive en mi lugar de origen y el colonialismo aún vivo a día de hoy en nuestras prácticas y juicios.

Guatemala, país que legalizó las relaciones homosexuales en 1834, donde es legal también ser transgénero, aunque las personas trans+ tan solo pueden cambiar su nombre y foto en su documentación, pero no el género; donde la comunidad LGTBIQA+ no tiene ningún tipo de respaldo a la discriminación, la persecución y la violencia que se vive en cualquier ámbito; o donde, por ejemplo, me saltan alertas de seguridad cuando entro en alguna aplicación para ligar.

Tuve el placer de compartir mis días en Ciudad de México con una persona muy amiga mía y estuve rodeada de gente disidente sexual y de género. Pudieron contarme sobre la situación de las personas trans+ en el país, las dificultades a las que se enfrentan, por ejemplo, si desean comenzar a hormonarse.

Me hablaron sobre la ardua gestión psicológica que supone tener que realizarte unos exámenes de infecciones de transmisión sexual (ITS), en ocasiones hechos en furgonetas en medio de la calle, formándose grandes colas que exponen y estigmatizan a la gente que allí acude.

Todo esto me hace reflexionar sobre el gran privilegio que gozamos en Occidente, donde a pesar de todo, nada es perfecto, aunque lo disfracen de ello; donde se sigue viviendo mucha violencia institucional contra el colectivo, agresiones constantes en las calles o estigma cuando solicitas hacerte un test de ITS. Pero, aunque sea así, preferimos juzgar lo ajeno, lo lejano, orgulloses de un privilegio colonial.

No debemos olvidar que fue la colonización la que impuso las leyes LGTBIQAfóbicas en el resto de continentes. Que uno de los argumentos utilizados en esos tiempos para legitimar las masacres era que la población colonizada llevaba a cabo prácticas sexuales inmorales. Colonización que impuso a su vez el binarismo de género (mujer/hombre) en tierras donde este no existía.

Sin embargo, a día de hoy, realizamos ese mismo juicio a la inversa, justificando en ocasiones el racismo y la violencia debido a la realidad conservadora, machista, LGTBIQAfóbica, etc., que se vive en según qué países. Tachándolos de “atrasados”, cuando fue la misma moral eurocristiana la que impuso tales creencias, enterrando las originarias.

Es nuestro deber formarnos, conocer la historia, asumir nuestros privilegios y reparar todo el daño que incluso a día de hoy seguimos causando.

 

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