La vida I Entrevista con el doctor Juan Luis Becerra

«Como reportero, a mí lo que siempre me ha costado más es describir un cadáver, porque, en el fondo, un cadáver eres tú mismo.»

El reportero Plàcid Garcia-Planas (Jazz en el despacho de Hitler), el chico de las guerras del diario La Vanguardia, cree firmemente en la otredad: en cuánto del otro hay en ti. Tanto que, en esencia, el otro eres tú. Lo cual nos iguala.

Piensa lo mismo el médico especialista en Neurología Juan Luis Becerra (Barcelona, 1975), vecino del paseo de la Zona Franca. Coordina la unidad de epilepsia del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, y tutoriza a los residentes. Para entendernos, el competente y risueño Mark Greene de la serie ER (NBC).

Humilde y predestinado como el proustiano Oliver Sacks, neurólogo que inspiró la película Despertares (Penny Marshall, 1990); empático y capacitado como el monje budista Thích Nhất Hạnh (Volviendo a casa) y sensible y pudoroso como el sacerdote Franz Jalics (Ejercicios de contemplación).

El doctor Juan Luis Becerra es un ser de luz blanca que se interroga en silencio: los qué y los porqués los transforma en cómo.

«Más que curar y más que evitar la muerte, se trata de acompañar.»

Sentir con fuerza la presencia humana también puede constituir un bálsamo para la paz espiritual. Aunque también se cure y también se evite la muerte, algo pretencioso a largo plazo.

Las preguntas generan otras preguntas.

Las respuestas, excusas para seguir caminando, que es seguir meditando.

En síntesis, la entrevista del tipo Manuel del Arco (El personaje en el bolsillo) habrá quedado así:

Pregunta. —¿Qué es la meditación?

Respuesta. —El silencio diario.

P.—¿Qué es el silencio?

R.—La conexión con uno mismo.

P.—¿Qué es la muerte?

R.—El aislamiento y la soledad. Cuando una de las personas que conforman una pareja fallece, el otro, a veces, se empobrece y deja de respirar. La muerte es la ausencia de vida.

P.—¿Qué es la vida?

R.—La relación plena.

P.—¿El amor es vida?

R.—El amor es la esencia de la vida.

P.—No somos robots.

R.—En los robots no se prevé la presencia de la divinidad, la religiosidad, consustancial al ser humano: ¿cómo nos vemos? ¿Qué compromisos adquirimos? ¿Qué somos?

P.—¿Qué somos?

R.—Somos frágiles, y eso se ha visto durante la pandemia. Lo importante es saber en qué nos apoyamos.

P.—¿En qué nos apoyamos?

R.—En la familia. Por ejemplo, en mi casa, el momento de la cena es un momento de conexión, de escucha.

P.—¿Conexión?

R.—La ciencia habla de las neuronas espejo: te fijas en una persona que te está mirando en ese mismo instante, y se establece un vínculo.

P.—Lo contrario que encender la tele y evadirse.

R.—La televisión se apaga y el rol pasivo se traduce en rol dinámico. En la cocina, cenamos juntos mi esposa, Raquel, médico de familia; mis hijos, Rubén y Mar, fan de la serie Hospital central [Telecinco], y yo.

P.—¿Qué es el cerebro?

R.—El cosmos que nos permite averiguar cómo funcionamos y por qué sentimos lo que sentimos.

P.—¿El cosmos del astrofísico Stephen Hawking en versión del científico Santiago Ramón y Cajal?

R.—Es fascinante conocer cómo se adapta la mente, y por qué se altera, y cuáles son los circuitos cerebrales.

P.—¿Qué son los «circuitos cerebrales»?

R.—Los caminos que toman las neuronas, sus circuitos eléctricos. El campo lo ampliamos con los canales iónicos, la neuromodulación, las neuroimágenes… Así podremos diagnosticar con precisión un caso de epilepsia.

P.—¿Sanar?

R.—Existen las epilepsias rebeldes, difíciles de tratar. Tengo en la cabeza una chica que entró en un cuadro febril, se encendió y, cuando volvió en sí, padecía unas treinta crisis diarias. Y luego un chico con un trastorno que hacía que se olvidara de todo, algo parecido a aquel que se tenía que tatuar en el brazo los recuerdos para no perderlos. Entonces, buscamos mejorar la calidad de vida.

P.—Nuevamente, ¿qué es la vida?

R.—Estar con los demás.

P.—¿Estar con el otro?

R.—Eso. Estar contigo.

Jesús Martínez

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