RETAHÍLAS: DIVERSIDAD

El respeto a las diferencias es una asignatura pendiente para muchas de las personas con las que me cruzo a diario. Y no lo digo por sentirme discriminada yo misma, que no es el caso, sino porque tengo sensibilidad para detectar actos o comentarios inapropiados donde otros no ven nada fuera de lo normal. El pensamiento elitista y el discurso racista vagan a sus anchas entre los confines de esta sociedad que creemos tan tolerante. Que alguien no coja el metro para no mezclarse con según qué gente se escapa a mi lógica y entendimiento, pero me resulta más ridículo que deleznable. Lo que me provoca úlceras en el estómago es el uso de la violencia. Y si esta violencia se ejerce contra quien expresa una sexualidad que el agresor desaprueba, entonces mis úlceras sangran.

Soy incapaz de comprender el porqué de la oleada de LGTBIfobia que asola nuestra ciudad. Siempre he considerado Barcelona un lugar abierto al mundo, con amplitud de miras, adelantada a su tiempo. El último fin de semana de mayo se cometieron tres agresiones homófobas en tres contextos distintos. Una de las víctimas perdió varios dientes y tuvo que ser hospitalizada e intervenida. Según el Observatori contra l’Homofòbia (OCH) son ya ochenta y seis los casos similares registrados en lo que va de año. Los atacantes suelen ser hombres jóvenes, incluso adolescentes. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI haya seres humanos que no puedan caminar libremente por la calle sin miedo a morir? Es urgente educar para la DIVERSIDAD —cultural, religiosa, de identidad de género, de orientación sexual…—. Muy urgente.

MAR MONTILLA

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