I Contingut patrocinat per AQ Acentor
La Marina vive un proceso de regeneración urbana imparable, se prevé la llegada de 28.000 nuevos vecinos y vecinas en las dos próximas décadas. Una transformación importante y que afronta la emergencia climática actual: temperaturas que llegan a los 38 grados en abril y preocupación por la sequía que azota el país, por ejemplo. En este contexto, la sostenibilidad en los modelos urbanísticos adquiere un papel fundamental. Por eso, con el soporte de AQ Acentor, entrevistamos a Sander Laudy, profesional de BO1 Arquitectes y miembro de la junta directiva de Green Building Council España (GBCe) o Consejo para la Edificación Sostenible en España, principal organización de edificación sostenible en nuestro país. Laudy es el arquitecto responsable del diseño del edificio Londres. Conversamos sobre el modelo sostenible con el que se está urbanizando la Marina del Prat Vermell.
Hablemos primero sobre tu nueva membresía en el Green Building Council (GBC). Explícanos de qué se trata.
Lo que hacemos es muy necesario. La sequía que sufrimos, las temperaturas del verano pasado… Las consecuencias del cambio climático son evidentes y la construcción tiene un gran papel en intentar cambiar y descarbonizar el sector. En el consejo de GBC hay un grupo muy variopinto: arquitectos, promotores, investigadores… Esta diversidad es la única manera de impulsar la sostenibilidad en la construcción y emitir menos CO2. En la Marina del Prat Vermell intento aportar mi granito de arena, aunque es un trabajo colectivo; entre todos debemos dejar los procesos de producción con fósiles o cerámicas y substituirlos por elementos más sostenibles. El urbanismo, por ejemplo, debe crear vivienda donde hay ciudad antes de urbanizar otras zonas. Estos enfoques tan diversos los tratamos en el GBC: aconsejamos a administraciones, impulsamos la certificación verde. En diciembre fui escogido tras presentar mi candidatura en el ámbito español.
Nuestra enhorabuena. Es una exigencia social que llega cada vez más a más sectores. Ayúdanos a entender un poco los cambios que se están produciendo en la construcción. En las grandes ciudades como Barcelona el reto es quizás todavía mayor respecto al medio ambiente. ¿Cuáles son los cambios que ya se han incorporado en el sector?
Cuando empecé a trabajar aquí en el 2000 había un boom inmobiliario y la necesidad de construir ciudades más grandes ocupando terrenos. Creo que, por razones económicas y de conciencia, el sector se está focalizando ahora en suplir necesidades básicas de la sociedad, como el acceso a la vivienda y buenos espacios laborales. Aunque sea por motivos económicos, para mí ese enfoque no deja de ser un cambio de paradigma que me alegra. Por otro lado, centrándonos en los edificios, destaca la transición energética. Es innegable que está en marcha: ya no eres un bicho raro si pones placas fotovoltaicas en la cubierta. Y tampoco hay que pagar tanto por ellas como hace 10 años; la legislación también ha ido cambiando a favor de ello y las compañías ya no ponen tantos palos en las ruedas. Seguiremos consumiendo mucha energía, pero gracias a la transición, seremos más eficientes, un aspecto para ser más optimistas.
Hablas de un cambio de paradigma. Pero queremos que nos expliques cómo está pasando todo lo que explicas en el Prat Vermell.
Es una apuesta desde un punto de vista organizativo. El Ayuntamiento está preparando una mezcla urbana muy sana, propia también de Barcelona. Hay zonas conjuntas de sitios de trabajo, de vivienda, espacios públicos de calidad… Y es lo que evita que cojamos el coche para ir a cualquier sitio. A su vez, veo que, en pueblos más lejanos, como Viladecans, vuelven a plantear barrios enteros donde, sin coche, estás desconectado. En la Marina, a pesar de la llegada del metro, aún quedan conexiones pendientes, pero estamos dentro de la ciudad. Hay que crear la posibilidad de que el vecindario pueda hacer vida en la zona.
Explicabas la transición energética y la sostenibilidad del funcionamiento de cada zona. El Prat Vermell es uno de los primeros barrios que ha conseguido un ensamblaje de servicios básicos de manera sostenible. Ayúdanos a comprender por qué.
Por ejemplo, las infraestructuras claves de la zona se podrán conectar al distrito de Ecoenergías. Lo que más consumimos en los edificios es energía para la climatización, es decir, aire acondicionado y calefacción. Si los vecinos se pasan por la zona de obras, verán que se están poniendo unos tubos enormes, de un metro de diámetro. Esos tubos bombearán agua caliente y fría a los edificios que se están construyendo; agua que se ha puesto en temperatura a través de fuentes renovables. Para el calor se usan centrales de energía de biomasa, o sea, la madera que se recoge para evitar los incendios, por ejemplo. El frío, en cambio, se genera a partir de la evaporación del gas natural; de hecho, Barcelona es ahora una de las fuentes principales de España y Europa. Es una obra energética enorme, pero gracias a ella, en breve, no habrá necesidad de colocar unidades individuales exteriores (aire acondicionado) porque el frío llegará del exterior.
Este ensamblaje se extenderá para tener fuentes de energía más sostenibles. Entre las construcciones, destaca el edificio Londres y tú has participado del diseño. ¿Qué beneficios tiene esta construcción?
En 2019 recibí una llamada de un compañero y colega, Albert Fombona, que me dijo que AQ Acentor había adquirido los terrenos del sector tres, entre Cobalt, Foc i Plom. Es un ejemplo de este mix urbano, porque aparte de viviendas, se habilitarán espacios comerciales y otros servicios. Ganamos el concurso del edificio más grande, de 210 viviendas, enfocando todo el diseño desde el ahorro energético. AQ Acentor invierte mucho en infraestructuras energéticas.
En España hay que aprovechar el Sol, así que hemos puesto placas fotovoltaicas. También hice una propuesta de la cual me siento orgulloso: las baterías. La energía fotovoltaica que se genera en las cubiertas suele rendir más al mediodía. El problema es que estamos en casa más por la mañana y por la tarde, y la energía que se genera se vierte en la red y queda a disposición de las empresas eléctricas. Éstas, cuando desde tu cubierta les das un kilovatio te pagan un 40% de lo que te cobran cuando, por la noche, usas algún electrodoméstico. Dijimos de poner baterías para almacenar la energía y usarla por la noche. Así que ya no la vertimos en la red. Suena un poco pijo, pero no deja de ser un edificio con el 30% de viviendas de protección oficial, que también disfrutaran de las baterías.
¿Hay más elementos sostenibles?
Hay detalles más simples, como la gama cromática de la fachada, que está pensada en función de la sombra que recibirán. La que recibe el Sol la pintamos de blanco, para que refleje el calor; en cambio, la que recibe sombra la hemos hecho más oscura. Son formas para evitar caer en el exceso de consumo energético.
Son avances provocados por la emergencia climática, cambios, algunos fáciles pero que dependían de una legislación que también ha tenido que adaptarse.
Sí, la legislación llega con tardanza, pero está apta para incorporar estos sistemas. El sector se está acostumbrando, ya que siempre hay reticencias a incorporar cosas nuevas. Pero las medidas no son tan difíciles ni costosas. Es también parte del trabajo del arquitecto, intentar que todos los agentes (la promotora, las administraciones que proporcionan la licencia…) entiendan lo que proponemos y vamos a hacer aquí.