MAR MONTILLA
Si me preguntaran por mi escritora preferida no sabría qué responder, porque admiro a muchas, y cuesta elegir, pero supongo que Almudena Grandes sería la ganadora. Las protagonistas de novelas como Las tres bodas de Manolita, ambientada en la Guerra Civil española, son mujeres de armas tomar, capaces de superar cualquier adversidad sin amedrentarse. Ella ha sido un referente para mí y ha dejado un enorme hueco. De Carmen Laforet solo he leído Nada, y me impactó de qué forma tan íntima expresa los anhelos de una mujer en la Barcelona de la posguerra. Fatima Mernissi narra su infancia en un harén de Fez en Sueños en el umbral, y lo hace con tal maestría que su estilo te subyuga. Hay que leer entre líneas para captar que se trata de una crítica mordaz al patriarcado y una apología a la sororidad.
Si viajamos más atrás en el tiempo, a una le sorprende que en 1889 Emilia Pardo Bazán publicara Insolación, que relata la historia de una viuda que tiene relaciones con un hombre casado, y censura la doble moral de la sociedad de la época. Simone de Beauvoir se convirtió en un icono de la liberación femenina en el siglo XX gracias a su obra El segundo sexo. Katherine Mansfield y Virginia Woolf, que por cierto eran amigas, describían, en apariencia, las vidas cotidianas de las clases medias cultivadas, sin embargo, lo que en realidad les interesaba mostrar era lo que se ocultaba tras toda esa pantomima. Mezclaban lo bello con lo sombrío; lo miserable con lo maravilloso.
A riesgo de ser juzgada, no puedo finalizar este texto sin mencionar a mi autora más leída: Isabel Allende. Por alguna razón que nunca comprenderé ha recibido muy malas críticas. Aunque si sus ventas superan los setenta millones de ejemplares y sus obras se han traducido a más de cuarenta idiomas por algo será, ¿no? La descubrí con Paula y desde entonces he devorado casi todos sus títulos. Lo que me seduce de ella es que se nota que disfruta escribiendo, se percibe su sed de inventar historias, y sus tramas están repletas de múltiples subtramas que enriquecen la narración. Y digo yo… ¿No es precisamente su capacidad de provocar amor y odio a partes iguales lo que la hace tan controvertida?
Abril, Sant Jordi, rosas y libros. Olor a literatura.
