M. Alberto Costas
Mi jornada laboral comienza por las mañanas impartiendo actividades de gimnasia dirigidas a personas con movilidad diversa, animándolas a ejercitar sus cuerpos. Para ello, realizamos series de ejercicios coreografiados al ritmo de la música. Es así, que los talleres de gimnasia del CC La Cadena se llenan de personas con ganas de salir de sus casas, que con la excusa de hacer algo de ejercicio, lo que realmente buscan es socializar, charlar con la vecina y, en definitiva, hacer vida de barrio.
Cada mañana, me pregunto lo mismo:
¿Qué es lo que hace que una persona no pueda acceder a ciertos espacios? ¿Es su habilidad para vencer obstáculos o los obstáculos en sí mismos? Por poner un ejemplo, si tenemos que subir a un quinto piso y hay un ascensor adaptado para personas que se mueven en silla de ruedas, ¿a quién le costará más subir, a la persona que se mueve en silla de ruedas o a la persona que no necesita una silla de ruedas para moverse? Está claro, las dos tendrán las mismas oportunidades.
Independientemente de nuestra situación personal actual, iremos cambiando con el tiempo y nuestros cuerpos y habilidades también. Tomar conciencia de esto ahora y exigir que los espacios sean accesibles para todas las personas y lo puedan hacer de manera independiente sólo puede traer beneficios. Necesitamos que nuestros barrios y sus infraestructuras tengan en cuenta e integren a todas sus vecinas y vecinos teniendo en cuenta la diversidad humana.
Las personas que por la razón que sea se mueven por la vida de otra forma, tienen que enfrentarse diariamente a toda una serie de retos y obstáculos que, sin embargo, otras personas ni siquiera contemplan. Estamos hablando no solo de barreras físicas que podemos relacionar con el diseño o construcción de viviendas no adaptadas, edificios o espacios públicos por los que transitamos, sino también en muchas ocasiones relacionados con aspectos emocionales o sociales.
Desde aquí, me gustaría reconocer el esfuerzo de estas personas y también animar a todas las entidades del barrio -y también a este periódico de referencia en el barrio de La Marina-, para que tengan en cuenta la diversidad funcional tanto física como sensorial o psíquica cuando programen actividades, talleres, fiestas o cualquier tipo de evento en sus programaciones. En definitiva, que no se deje a nadie fuera por minoritaria que parezca su existencia en el barrio, porque tal vez estas personas estén en sus casas esperando a que nos acordemos de que también existen y contemos con ellas. Solo así construiremos barrios más inclusivos y seremos una sociedad más justa, más feliz.